lunes, abril 24, 2006

Encuentro con Asterion


Ayer, de vuelta a mi casa, me encontré con un minotauro parando la micro. Tenia pinta de estudiante de arquitectura con los ojos medios desorbitados y perdidos, de tanto mirar maquetas, y un pelo desordenado que acusaba una noche sin dormir trabajando en interminables planos de laberínticos edificios. Me pareció conocido, pero no logre recordarlo así que no lo salude. No es que discrimine a los minotauros, pero no suelo trabar amistad con ellos, compartí a lo sumo con dos o tres de ellos a lo largo de mi carrera. Cuando paró la micro, que resulto ser la misma que esperaba yo hace un rato, y mostró su pase escolar me di cuenta que era nada menos que Asterion. Con grandes aspavientos lo salude, feliz y extrañado de verlo ya que lo daba por muerto, luego de un confuso incidente con Teseo y un laberinto borgiano. Me contó que casi muere, que agonizó durante largos años, y que la mayor agonía de todas fue que gran parte de sus enfermeros eran Centauros, los que, orgullosos y sabios, no son buena compañía para la convalecencia. Conversamos acerca del pasado y de todos los sucesos que se habia perdido. Embriagados por la alegría del encuentro, decidimos bajarnos y tomar una cerveza. Me pregunto por los viejos amigos. Por Funes, que olvidó que el olvido es a veces terapia, me hablo de Virgilio y Dante, un par de hip-hoperos que conoció mientras estuvo internado recuperándose de sus heridas, y de como estos pretendían encontrar el cielo a través de su canto. Conversamos largamente, de antiguas anécdotas en nuestros años mozos, las pillerías por la Creta de nuestra infancia. Tocamos el tema de su fama alcanzada, gracias a indiscretos escritores sensacionalistas que llevaron a tonos épicos su conflicto con Teseo, siendo que perfectamente podría haber sido una pelea de bar. De los rumores de su muerte, y como esto le permitió retirarse un tiempo y repensar su vida. De cómo los años de recorrer el laberinto le dio una especial comprensión de la ciudad y sus laberintos sociales, lo que lo llevo a la arquitectura. Luego de varias horas, y mayor cantidad de cervezas, llamamos a Baco para que se nos uniese en tal reunión, invitación que acepto gustoso, nunca supe que Baco se negara a aparecerse por etílicas reuniones. Cuando llego, traia consigo una patota de Faunos y Ninfas, deseosos de desenfreno y carrete, por lo que haciendo honor al antiguo proverbio que dice “todos los caminos llegan a Suecia”, terminamos bailando todos, igualmente ebrios, en una discoteca de dudosa reputación. Desaparecieron Faunos y Ninfas, acompañados de los seres mas extraños de la creación, que pululan en lugares de tal calaña. De Asterion lo ultimo que me acuerdo, es que termino siendo brutalmente golpeado por una docena de guardias, por haber golpeado, en defensa de una dama de dudosa reputación, a Hades que era el dueño del lugar. Yo, noble hidalgo envalentado por el alcohol, salí infructuosamente en defensa de mi amigo. A la mañana siguiente desperté encerrado en una sucia celda del otro lado del Aqueronte, de donde solo conseguí salir luego de relatar la historia, adornada de entretenidas anécdotas de los Faunos tratando infructuosamente de cortejar a las Ninfas, a un jocoso Caronte, quien por unas monedas me cruzo de vuelta en su barca para poder llegar a mi casa y llamar a la avisar a la facultad que no iría hoy a la practica por problemas “familiares”. Hoy, con la cabeza partida en dos por el dolor, recuerdo el por que no compartía con minotauros mientras me preparo un batido para componer mi maltratado cuerpo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

queridisimo noble hidalgo,

me sorprendes en serio!!!
me acabo de dar un minuto para tu cuento...y a pesar de las advertencias en el mail, que tal vez no lo entenderia sin previas lecturas...creeme que no deje de cagarme de la risa!

te felicito!!!
un beso muy grande!!!
y sigue escribiendo que quiero massssssssssssss!!!!
MUAK!
LM

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