Un cigarro prendido marcando un libro. Que tan curioso puede ser como para que desconocidos me pregunten acerca de la razón de este.
— es un habito— respondo mientras doy un sorbo a mi café.
Pero frente a la cara de “y, que más” doy la misma explicación de siempre.
— así leo mas y fumo menos— todo esto mientras la persona esboza una sonrisa como haciéndome creer que entiende.
Es un habito, no dejo de repetirme esa respuesta como para tratar de entender realmente por que lo hago. ¿Por que realmente considero impensable el placer de un cigarro sin el aroma del café y el silencio de un buen libro?
Un habito, una cortina tras la cual escondemos o justificamos todas nuestras conductas que, sin ser naturales, intentamos mostrar como comunes. Espejos defectuosos que no reflejan lo externo sino lo que creemos que desea ver el resto.
Otro sorbo al café y de nuevo al libro. No alcanzo a leer media pagina cuando me doy cuenta que hay una mujer sentada a dos mesas de distancia. No es particularmente bella pero tiene algo que me parece atractivo. Sus ojos o mas bien su mirada, siempre me fijo en la mirada. Antes de volver a tomar el libro me encuentro prendiendo otro cigarro, sin tener realmente ganas de fumar.
Un habito, murmuro mientras tomo el libro sonriendo, pero ya me es imposible volver a leer.
Vuelvo a sonreír al ver que la mujer sonríe al verme marcar mi libro con un cigarro prendido. Justo la persona a quien respondería mas que la respuesta habitual no se acerca a preguntar.
Me quedo mirándola esperando un gesto de pregunta que me invite a acercarme pero no levanta la vista de un montón de papeles que tiene sobre la mesa, y para cuando le quito la vista de encima me doy cuenta que me esta observando, razón suficiente como para desplegar el repertorio habitual de conductas.
Tomar el cigarro y aspirar su humo lentamente, expulsándolo luego con despreocupada lentitud, como ocupado de temas de grandiosa complejidad que necesitan de extrema concentración.
Todo esto mientras no me pierdo ningún gesto de ella, ya sea de reojo o por el reflejo de cualquier cosa que haga las de espejo.
No se cuando adopté este habito, pero es asombrosa la religiosidad con que lo cumplo, al extremo de que si no tengo un cigarro a mano me siento torpe y comienzo a realizar cualquier tarea, que por carecer de fin, queda inconclusa y me hace parecer realmente torpe.
No aguanto la idea de que alguien me observe ocioso, desprevenido. Me siento invadido, indefenso. Rotas las corazas conductuales que me protegen no soy mas que yo frente al mundo, no tengo hechos ni títulos que me presenten.
Tras finalizar mi “intelectual e interesante” actuación me doy cuenta que mi interpretación, nuevamente, no cumple su objetivo, ella mas bien parece absorta en sus notas. Fui vencido por un montón de papeles.
Luego de jurarme que dejare de ejecutar estúpidamente la misma función, me entrego al único habito que realmente me tranquiliza; “fumarme un libro”.
3 comentarios:
Weón, ese texto es excelente!
Felicitaciones...
Se pasó... buenísimo.
Llegué por el post de MZN, que bueno ser así de curioso.
Si no te molesta te linkeo desde mi secret track.
Saludos.
Gracias, a los dos.
..aldo, ningun problema con que me linkees, de hecho, feliz de que asi sea.
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